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Andrés Oyola fue una de esas personas realmente especiales cuya huella queda muy marcada en la Historia y Cultura de la sociedad y comunidades en las que anduvo. De carácter afable y trato cercano, bibliófilo empedernido, Andrés fue lo que podemos considerar un humanista sensu stricto y dejó tras de sí un inmenso legado vital en forma de publicaciones, proyectos culturales, investigaciones y experiencias diversas en diferentes ámbitos de la cultura local y universal: Historia, Música, Antropología, Arqueología, Gastronomía, Micología, Filología, Folklore o Arte Sacro, por citar algunas de ellas.
Hijo de Luis y Francisca, nació en la calle Castillo de Segura de León en 1946. Vio nacer a dos hermanos más, Marcelino y Santiago, y comenzó sus estudios primarios en las Escuelas Nacionales en la misma localidad. Continuó su formación en el Seminario San Atón de Badajoz entre 1958 y 1963, año en el que se traslada a Santander para llevar a cabo los estudios superiores en la prestigiosa Universidad Pontificia de Comillas. Es allí donde Andrés adquirió lo que él mismo denominaba la base más importante de su formación escolástica y humanística de la mano de los jesuitas. En 1967 se licencia en Filosofía y Letras y posteriormente se traslada a Madrid, donde inicia sus estudios en Teología y comienza su andadura docente en el Liceo de Madariaga.
Entre 1970 y 1971 compagina el cumplimiento del servicio militar obligatorio en Obejo Nuevo y Jerez de la Frontera con los estudios de Teología en la Universidad de Sevilla y vuelve a Madrid en 1972. Contrae matrimonio con Marisa Pérez en diciembre de 1975 y tiene su primer hijo, Luis Andrés, en octubre de 1976. En 1978 fallece su padre, referencia vital de primer orden para Andrés. En ese mismo año aprueba sus primeras oposiciones de agregaduría de cátedra y obtiene su primer destino en la enseñanza pública en el Instituto “Miguel de Mañara” de San José de la Rinconada.
En 1979 sufre un fatal accidente en Segura de León. Una conductora lo atropella y lo deja con algunas limitaciones funcionales y de movilidad que arrastraría de por vida. En esa coyuntura nace José María, su segundo hijo, en diciembre de 1979 y se prepara las oposiciones nacionales al Cuerpo de Catedráticos de Instituto, que saca con el número uno de su promoción en 1980 en la especialidad de Latín. En su elección de primer destino como catedrático, Andrés tuvo que elegir entre la sevillana Écija o la extremeña Fregenal de la Sierra, escogiendo la segunda y volviendo así al terruño en el desempeño docente, concretamente en el Instituto de Educación Secundaria “Eugenio Hermoso”. Esta decisión familiar sería clave en la dedicación e investigación de Andrés en la Historia y Cultura local de Segura de León y otras poblaciones aledañas de la provincia de Badajoz y norte de la sierra de Huelva.
Sin desatender sus ocupaciones docentes, Andrés comienza motu proprio una andadura personal que lo convierte en una de las personas más influyentes y necesarias en el ámbito cultural de la zona. Siempre dispuesto a colaborar en (casi) todo aquello que se le pedía, Andrés funda la Coral “Castillo y Encinas” junto a su cuñado Rafael Pérez en 1983, que dirigió hasta sus últimos días y paseó el nombre de Segura de León por numerosos lugares de la geografía extremeña y española. Sólo dos años más tarde, en 1985, es nombrado director fundador de la Coral Polifónica “Miguel Durán”, de Cumbres Mayores, algo que compartirá de la misma manera con Rafael hasta sus últimos meses de vida. También dirigió el Coro Escolar “Nuestra Sra. de Guadalupe”, que no solía faltar a los certámenes regionales de villancicos y, de hecho, llegó a obtener premios en alguno de ellos.
Ejerció como juez de paz de Segura de León entre marzo de 1982 y octubre de 1987, año este último en el que fue designado pregonero de las Capeas, la fiesta segureña por excelencia, todo un honor para él. Es precisamente su pregón el que conforma el guión de la que quizás es la primera producción audiovisual amateur editada sobre dichas fiestas. En estos años participa activamente en las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el yacimiento romano de Nertóbriga, en el término de Fregenal de la Sierra y el Castrejón Celta de Capote, en el de Higuera la Real.
En 1993 publica su primer libro, Segura de León. Monumentos e Historia. Es una joya, no solo desde el punto de vista histórico, sino estéticamente, adornado con numerosas láminas del pintor segureño Antonio Casquete de Prado y transcrito caligráficamente por el maestro, también segureño, Antonio Maya Montero.
En 1994 es nombrado Cronista Oficial de la Villa de Segura de León, ocupación que desempeñó hasta sus últimos días y de la que se sentía especialmente orgulloso, por todo lo que suponía como recompensa a su incansable labor de investigación local. Este nombramiento lo llevó a formar parte de la Real Asociación Nacional de Cronistas Oficiales, de la que recibió homenaje y reconocimiento en octubre de 2019 por sus veinticinco años ininterrumpidos de trabajo e investigación.
En 1995 sale a la luz su segundo libro, Recetarios Manuscritos: Cocina y Alimentación en la Baja Extremadura (1860-1960), publicado por la Excma. Diputación Provincial de Badajoz. Un año más tarde, en 1996, publica otra obra esencial para el estudio y entendimiento de la Historia de Segura de León: Devoción y fiestas del Cristo de la Reja de Segura de León (De los franciscanos a las capeas).
En estos años y los que habrían de llegar con el nuevo siglo, Andrés ya forma parte activa de numerosas actividades en diferentes áreas culturales. Es miembro fundador de la Federación Extremeña de Corales; del consejo de redacción de la revista Saber Popular, de la Federación Extremeña de Folklore y del jurado del premio “García Matos”; del Comité Científico del Congreso “Benito Arias Montano y su tiempo” y de la Exposición del mismo título; participa como ponente en numerosas jornadas de Historia en Almendralejo, Monesterio, Fuente de Cantos, Llerena, Jerez de los Caballeros; coordina las Jornadas de Patrimonio de la Sierra de Huelva y el Proyecto “Memoria colectiva de Tentudía”; ofrece charlas micológicas como “setero” aficionado -así se presenta- en numerosas localidades vecinas de Segura de León y de la provincia; escribe una cantidad ingente de artículos en las revistas locales y de fiestas de estas localidades. Participa en varios grupos de trabajo e investigación de las Universidades de Sevilla y Huelva y cursa los estudios de tercer ciclo en la Universidad de Extremadura.
En el año 2002 fallece su madre, pilar indiscutible en su psique y tras más de dos décadas de labor docente en el Instituto “Eugenio Hermoso” de Fregenal, Andrés se traslada al Instituto de Educación Secundaria “Ildefonso Serrano” de su pueblo, donde imparte clases hasta su jubilación en el año 2006. A partir de entonces, lejos de cesar en su pasión investigadora, se centrará en numerosos proyectos, entre los que destacan sus libros Toros y bueyes. La tradición ganadera y taurina de la dehesa (2008), Calles y plazas de Segura de León… historia en roca viva (2012) o La Orden de Santiago y la Vicaría de Santa María de Tudía (2014) que escribe junto al historiador Manuel López Fernández.
En 2009 se doctora por la Universidad de Extremadura en las áreas de Medicina e Historia de la Ciencia y Fiolología con su tesis doctoral sobre el tratado de Francisco Arceo, cirujano frexnense de entre siglos XV y XVI. Esta traducción al castellano será publicada por la Biblioteca Montaniana de la Universidad de Huelva: Método verdadero de curar las heridas y otros preceptos de este arte; Método de curar las fiebres (2009). En el mismo año es nombrado académico correspondiente de la Real Academia de Extremadura.
En el año 2013, el Excmo. Ayuntamiento de Segura de León le concede por unanimidad el escudo de oro de la población, como reconocimiento a su trayectoria ejemplar en el ámbito cultural.
En los años que restan hasta su muerte en junio de 2020, Andrés no cesa de investigar y participar activamente en un sinfín de proyectos y publicaciones hasta tal punto que algunos de estos trabajos se han editado póstumamente y otros están aún pendientes de ser publicados, como sus últimas traducciones de algunos reformadores españoles del s. XVI como Casiodoro de Reina o la traducción al castellano del tratado De beatitudine del teólogo, filósofo y jurista jesuita Francisco Suárez, esta última pendiente de ser publicada por el prestigioso Boston College.
Su bibliografía, aunque incompleta aún, se puede consultar AQUÍ
Andrés, a todas luces un hombre bueno, amante de la naturaleza y de su pueblo, al que en sus últimos años llamaba “la placenta”, con una sensibilidad extraordinaria hacia todo lo que le rodeaba, especialmente hacia el dolor y la debilidad; un hombre del Renacimiento a caballo entre los siglos XX y XXI, nacido en un hogar humilde de la Baja Extremadura de la posguerra; unos ojos sinceros y vivos tras unas gafas de pasta pegadas a un libro; un señor serio de aspecto secular con sonrisa afable y alma de niño.

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